martes, 16 de septiembre de 2014

El kiwi, otra vez

El kiwi se expande profusamente y una de sus ramas avanzaba decidida a entrar por la ventana del baño. Finalmente se dobló y ahora araña la pared continuando su curso hacia abajo. La agarré y la apoye un momento en el alféizar para ayudarla a consumar su intentona. “Esto no es un triunfo, señor, pero se lo agradezco de todos modos”. “Es lo menos que podía hacer por usted, señora”. 
Este año trae muchísimos kiwis. Por su aspecto exterior, pilosos y pardos, pudiéramos considerarlos los hermanos menores de los cocos. Yo, que tomo siempre en mi desayuno un kiwi, me veo surtido ya para casi todo el invierno. En verdad, tengo que mostrarme muy agradecido con él: me cubre con su sombra en verano, viéndome leer, y me alimenta en invierno, ayudándome a despertar.

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