X. me estuvo hablando de su mal estado de
salud. No sabía que el año pasado había estado seis meses de baja por culpa de
una vértebra y del nervio ciático. Sólo con morfina pudieron calmarle el dolor.
Su hijo tuvo que ponerse al frente de la cafetería. “Menuda conversación te
estoy dando, ¿eh?” “Mujer, ¿qué hay de malo en hablar de lo que nos pasa?” Nada
de malo y mucho, mucho de bueno, sobre todo porque así se sale del propio
garito y aunque no se remedien por ello los dolores del cuerpo, tan concretos,
tan brutos, se remedia sin embargo algo la vida, que impremeditadamente nos
sale siempre al encuentro.
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