El estado de bienestar ideal sería aquél que nos redimiese de
la obligación de trabajar y librase al artista que cada uno llevamos dentro, el
que somos en definitiva, a tiempo completo. Uno sería desde que nace hasta que
muere un ser jubilado en permanente jubileo. Nuestras habilidades creativas no
encontrarían ningún obstáculo y en su ejercicio hallaríamos nuestro descanso:
todos los días serían lunes, o martes, o miércoles, o jueves, o viernes, o sábado,
o domingo. Da lo mismo: el día laboral sería igual al festivo. De lunes a
sábado “descansaríamos” y el domingo “trabajaríamos”, o viceversa, o de cualquier
otra manera. Cada uno con su talento, completaríamos entre todos la Creación
empezada por Dios: A. con sus silbidos y Beethoven con sus sinfonías; C. con su
teatro de marionetas y Dante con su Divina
Comedia; Esopo con su Fábulas y
F. con sus chascarrillos; Galdós con su Misericordia
y H. con sus cuentos para niños; I. con su Tomasín y Joyce con su Ulises; Kant con sus Críticas y L. con sus sinsentidos;
Mozart con su Flauta Mágica y N. con
su ingenioso caramillo; Ñ. con sus trampantojos y Ovidio con sus Metamorfosis; Picasso con su período
azul y Q. con sus acuarelas verde claro; R. con su Luis y Margarita y Shakespeare
con su Romeo y Julieta; Santo Tomás
de Aquino con sus Sumas Teológicas y
U. con su menuda teología; Velázquez con sus Hilanderas y W. con sus vestidos de colores; X. con los recuerdos
de su niñez y Yourcenar con sus Memorias
de Adriano; Zurbarán con sus monjes y Z. con sus monaguillos.
1 comentario:
Pues sí que estaría bien eso jejeje.
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