miércoles, 12 de septiembre de 2012

Nuca



Durante el fin de semana pasado quedó a mi cargo Nuca, la perra de mis sobrinas Sabela y Martina. Me resultó incómodo sentirla casi en todo momento pendiente de mí. Si me movía ella me seguía; si me paraba, se paraba. Sus ojos, fijos siempre en mí, me observaban con expectación cachorra e inocente, a la espera de que yo iniciase algo: ¿un juego, una sesión de caricias? De cuando en cuando se iba a dar un pequeño garbeo por ahí pero enseguida volvía; otros ratos los pasaba echada en el suelo. Yo no dejaba de ser su centro, el centro de un pequeño ser, tierno y juguetón, y no me resultó agradable.

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