Escocia, Irlanda, la Toscana, las tierras de Bretaña y
Normandía, los campos de tulipanes y molinos de Holanda, la Patagonia, los
inmensos territorios de Estados Unidos, tierras que se la han vuelto a uno
míticas por motivos no siempre conocidos y que desearía recorrer en coche,
olfativa, visual, táctil, auditiva y gustativamente, con todo el cuerpo y con
toda el alma. Estar con sus gentes, gustar sus silencios, oír sus vientos,
paladear sus vinos. Al soñar todo esto resulta imposible no idealizarlo, pero
me complazco en este sueño ideal, en el que sale a flote el aventurero
tranquilo que a uno le gustaría ser, sin relojes, sin prisas, a ratos un ángel,
a ratos un animal.
2 comentarios:
En esto de idealizar viajes soñados, me pregunto cuanto nos habrán influído las road movie.
Tú te preguntas y yo te y me contesto: mucho, muchísimo.
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