martes, 15 de mayo de 2012

La fría impenitencia


Decía Cabodevilla que el de la impenitencia es un misterio especialmente punzante. Nos consolamos pensando que al criminal su delito le atormenta a toda hora, impidiéndole dormir, pero no parece que abunden los Macbeth en el mundo. Estoy seguro de que a los gerifaltes nazis, los estalinistas, los pinochetistas y a tantos otros de su calaña el lecho les proporcionaba y les proporciona un delicioso sueño sin pesadillas aterradoras. Y se lo sigue proporcionando a los etarras, por ejemplo, en los que no apreciamos unas tremendas ojeras cuando, en sus jaulas acristaladas, comparecen ante el tribunal, y a tantos otros criminales. Todo esto me lo hizo recordar el juicio de Anders Behring Breivik, el noruego autor de 77 asesinatos a sangre fría, helada. ¿Por qué no los vemos escritos en su cara, demacrándola? Ni rastro de ellos. Esto sólo lo puede explicar aquel frío, aquel hielo ejecutor, que debe ser el material del que están hechas sus almas. “El infierno es frío”, escribió Gonzalo Torrente Ballester.

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