lunes, 21 de mayo de 2012

Más de dos


Mis encuentros amistosos son de a dos. Estoy con A, estoy con B, estoy con C, estoy con D, estoy con E, estoy con F… (Casi) Nunca ocurre que esté con A y con D, o con B y con E, o con C y con F, entre otras cosas porque mis amigos y amigas no son amigos entre sí, lo que imposibilita un encuentro a tres, o a cuatro, no olvidando además las dificultades geográficas. He de decir que echo de menos muchas veces el triángulo, o ya puestos el cuadrilátero, por el juego que da lo que nunca da el ménage à deux. Se amplifica el diálogo, se reequilibran de otro modo los contrapesos, ciertos temas suenan mejor si se cantan a tres voces. Donde digo tres podría decir cuatro, o cinco, lo que determine la situación, vaya.
Lo viví con plenitud el año pasado, cuando viaje a Camerún. Vino conmigo Ana, que no conocía a Emilio. ¿Habría química, no la habría? Conociendo a los dos, estaba seguro de que sí la habría. ¿Y la habría entre los tres? Sí la hubo, y perfecta, lo que quizá, o sin quizá, constituyó para mí la mayor delicia del viaje.
Toda mi vida eché de menos el grupo, una pandilla de referencia, que funcionase como una pequeña familia sin otra ansia que el disfrute de una amistad coral. Últimamente P. y A. me lo facilitan, cuando me llaman y quedamos para ir al cine y a cenar. Supongo que el Padre y el Hijo sabrán de lo que hablo, toda vez que sin el Espíritu algo -alguien- habría faltado.

No hay comentarios: