Podemos decir Unamuno pero no diremos Zambrano sino María Zambrano; podemos decir Heidegger pero nunca diremos Arendt sino Hanna Arendt; diremos Bergson pero nunca diremos Weil sino siempre Simone Weil, y así con muchos y muchas más. Sin entrar a valorar lo que esto signifique, de ser un famosísimo querría pertenecer al bloque femenino: nunca Ares y siempre Suso Ares. Es más, ¿cómo diría?, concreto, carnal. El solo apellido tiende a ser etiqueta, realidad abstracta, pero el nombre y el apellido es un tú que resiste la evaporización y te muestra al completo, sin mengua, más lleno de tu propia identidad y muy implantado en la tierra: María, Hanna, Simone…
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