Si definimos el pecado como aquello que “pone triste a Dios”
será más fácil que todos nos entiendan. Acaso así logremos distraer a muchos de
su idea de que no es más que un invento de los curas para tener sujetos a esos
pobres diablos llamados hombres. A tales curas, de existir todavía, ansiosos de
poder espiritual, ninguna otra imagen que no fuese la de un Dios ofendido y terrible
cuadraría con su juego. Pero un “Dios triste”, ¿cómo podría resultarles
ventajoso para tal proyecto?
4 comentarios:
¡Diana!
Fenomenal, Suso
Gracias por "ponerme alegre", Conrad.
Lo he pensado a veces pero, ¿tú crees que Dios se pone triste cuando pecamos, de verdad? Me cuesta imaginar al Dios omnipotente y misericordioso poniéndose triste por algo tan obvio y normal como que yo peque. No creo que a El le importe otra cosa más que que mis pecados me pongan triste a mí.
No sé.
Gracias por dejarme entrar, después de tanto tiempo sin venir a leerte.
El concepto cristiano de "pecado" no es tal sin su referencia a Dios. Es algo que le "afecta": de otro modo no nos tomaría en serio como hijos.
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