Una fenomenal tormenta convirtió la calle en un río y el patio en un lago, un espectáculo necesitado de espectadores, nosotros, acomodados en las butacas que previamente habíamos colocado en el porche. Estos momentos removieron mi memoria cinéfila y me trajeron Mogambo, si bien no sé por qué dado que no se ve en la película ninguna escena de este tipo. El caso es que yo me la inventé y senté a Clark Gable, con su sahariana y su pipa, en nuestro porche al lado de Ava Gardner, en situación ya de poder contemplar las tormentas del cielo tras haber soportado y vencido las de sus azacaneados corazones.
2 comentarios:
Benditas tormentas del cielo con el corazón en paz.
Estuviste, desde luego, y qué buenas raíces echaste.
Gracias, Suso.
Gracias Cristina.
Seguiremos cameruneando mientras la cosa dé de sí.
Un abrazo.
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