Con su carga sobre la cabeza, la espalda muy recta y un caminar sujeto a un ritmo pausado, que nunca cambia, parecen cariátides. Son las mejores modelos, con el paso más elegante, más saludable y más bello que yo he visto nunca. Su coste, el no poder distinguir a los africanos y las africanas por su manera de andar, igual en todos, es ínfimo frente a la visión de la espectacular pasarela que constituyen los caminos de África.
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