No te amó con gestos y palabras. Se los habían amputado. Los “te quiero”, atrapados, se ahogaban en su boca; sus manos, solo burlando su atadura habrían llegado hasta tu cara. Por eso su mirada era tan intensa, por los “te quiero” que le fue imposible decir, por las caricias que nunca alcanzaron a rozarte. Con sus ojos te amó. De haber podido, habrían salido de sus órbitas.
4 comentarios:
Que bonito... me encanto.
Las palabras no pronunciadas son las que mas fuerza tienen.
Saludos, Ana
Saludos, Ana.
A la primera no he entendido el texto: ¡el no leer despacio!
Ahora lo he leído despacio y, qué buen texto sobre el crucificado.
¡No pensaba en el Crucificado al escribirlo pero ahora el que caigo soy yo con tu lectura: no hay como tener lectores geniales!
Gracias.
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