La noche mengua los defectos, los duros perfiles. Acrecido bajo las luces de las lámparas de mesa, regresa lo bueno, no se siente expulsado, habita en los corazones. De casa en casa, a través de las ventanas con postigos todavía sin echar, corre el fluido eléctrico hermanando a sus moradores, mensaje que la noche no confunde, al contrario, ella lo porta mejor que nadie. De noche, siempre de noche, para salvarse de la realidad diurna, tan cruda.
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