Llevaba mis dos
tomos de las obras en prosa de Péguy, en la colección la Pléiade de la
editorial Gallimard, para Cristina. En mi parada y fonda en casa de Alfonso, mi
amigo me pidió que me probara un par de tenis que se había comprado y que, dado
que le rozaban el dedo gordo, no los iba a usar. En mi caso haría falta que los
míos fuesen el doble de largo para que alcanzasen la punta. Muy pero que muy
holgados me iban, vaya, pero, por hacerle el favor de sacárselos de encima, me
los llevé sabiendo que tampoco yo los iba a poner. Entonces me acorde de J.P.,
el hijo de Cristina, más alto que yo y a quien por tanto podrían valerle. Me vi
así con un inesperado pack: Péguy para la madre y tenis para el hijo.
(La jugada se ha completado inmejorablemente: me informa Cristina
que a J.P. le sirven los tenis y ella, por su parte, está disfrutando mucho la lectura
de nuestro querido autor francés).
1 comentario:
Un adelanto de los Reyes Magos. Incluso, tal como está la cosa, los mismísimos Reyes Magos. Y una mezcla muy del gusto de Péguy, tan de la tierra y todo lo suyo.
Gracias, Suso. Tan contentitos estamos. Dáselas también a Alfonso.
(y más agradecimientos, siempre me impresiona ver mi nombre familiar por estos medios, pero con su grafía original es la bomba, ya sólo la uso con mi familia de allá (le quité la 'h' a las bravas desde pequeña para no liarla más de la cuenta, que me llamaban cosas muy raras. Puedes quitársela tranquilamente. Hasta los Fugger, los de la calle Fúcar que la tengo enfrente, perdieron las dos gg y eso que eran banqueros).
Un abrazo gordo.
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