Lo que yo me
pregunto con respecto a las corridas de toros es si son dignas del hombre, si lo
rebajan o lo enaltecen. Yo creo que lo primero, pues sin más motivo que la
felicidad del torero y la del público, se le inflige al animal un sufrimiento
innecesario. La belleza del espectáculo, la supuesta hondura de sus significados
míticos y antropológicos, creo que pesan poco frente al proceso bárbaro por el
que se le hace pasar al toro.
Frente a un
absolutamente rechazable animalismo antihumano, el humanismo de hoy tiene que
incorporar entre sus adjetivos el de animalista: los animales estarán siempre
al servicio del hombre, y esto incluye su muerte sólo cuando sea estrictamente
necesario: su alimentación, el cuidado de sus cultivos y sus ganados frente a
los depredadores, etc. De no ser así, los animales obtendrán de nosotros la
protección que necesiten. No entra en este orden de cosas la suerte del toro en
las corridas pues, aun satisfaciendo el gusto de muchos, éste no puede ser
calificado de imprescindible, y mucho menos si es al precio de sangrar a un
toro, hundirle el estoque (y ojalá que le corte la aorta al primer intento; de
no ser así más sufrirá el toro), y salir finalmente muerto de la plaza arrastrado
por unos caballos.
Lo digno del hombre radica, no en indultar a un toro, sino a todos
los toros.
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