El medio del camino de la vida es una cumbre en la que hay un
valle. El tiempo vuelve a parecer que anda y no que corre. Te sabes maduro, lo
notas en mil detalles, los que ya no importan y los que sí importan. Se han
borrado, no ya las heridas, sino incluso sus cicatrices. La línea recta, dura,
ha aprendido a ser más flexible y hace ondas. Lo que siempre has creído que era
verdad se ha vuelto mucho más verdad. Ser bueno y no hacer daño es la
aspiración primera de cada día. Y la alegría, que es un don, es también una
conquista.
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