Requeriría más
de una indagación el dar respuesta al porqué de mi inclinación pre-racional, y
en este sentido pre-crítica, hacia la derecha. De primeras, en cuanto al suelo
patrio se refiere, siempre me resultan más atractivos los políticos de derechas,
es decir los del PP, que los de centro-izquierda o izquierda sin más. Intuyo
que el motivo de esta instintiva inclinación tiene que ver con mi “creencia”
(contrapuesta a “idea” según la conocida tesis orteguiana) en que la derecha es
sólida, es recta, cree en la existencia de la verdad, es “católica” y en que la
izquierda es relativista, no cree en la existencia de la verdad, no es
“católica”, es “disolvente”.
La “creencia”, en cuanto no es una idea, no ha analizado la
realidad, puede incluso que se resista a ella. Respondería a un principio
atávico, y creo que particularmente hispánico, que liga la derecha a lo recto y
la izquierda a lo siniestro. Pero es obvio que yo no puedo basar mi perfil
político en lo que en mí está pre-pensado y no pensado. Cualquiera que sea el
conjunto de ideas, y recalco lo de ideas frente a los sentimientos y las
teorías (aquí enlazo la extraordinaria y clarividente reflexión de mi amiga
Aurora), tendrá por eso que ser razonado y libre, fruto no de una simpatía
primera e instintiva, temperamental, sino de lo que yo piense que es mejor para
la cosa pública. Antes de un adhesión política yo ya tengo una pre-adhesión,
que no es en sí mismo ni malo ni bueno, pero a la que tengo que someter a
juicio de modo que la “creencia” pre-crítica pase a ser “idea” crítica.
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