miércoles, 3 de octubre de 2012

El otoño-invierno



Me he incorporado al otoño-invierno de este año con tanta facilidad que parece que el primavera-verano pasado fue un traje que me hubiera puesto sobre el otoño-invierno anterior y que, al quitármelo, dejase a éste de nuevo a la vista. Encender la cocina, limpiar su cubierta vitrocerámica todas las mañanas con el raspador y la bayeta, ir a la leñera y traer los troncos en el cesto rodante, enfundarme la chaqueta de franela y el pantalón de chándal verde, no ver los pies, hasta hace nada visibles en las sandalias, porque han vuelto los zapatos, sentir el peso del sobretodo gris sobre los hombros, abrigar por las tardes las piernas con la pequeña manta roja, meter el fondo de las perneras del chándal dentro de los calcetines, enguantar las manos con los mitones...: sí, todo fue ayer.

2 comentarios:

Cristina Brackelmanns dijo...

Mmmm, huele a leña y a café humeante. Qué otoño más acogedor te montas.

Yo también tengo esa sensación de "ya estamos otra vez aquí", que no tengo cuando llega la primavera-verano, esa siempre parece nueva.

(y una cosilla, Suso, guapo, no me seas salvaje ¿¿¿raspador y bayeta para la vitrocerámica??? )

Jesús dijo...

Pues la cosilla, Crista, guapa, es que las costras no salen si no con un raspador con hoja de afeitar, específico para las vitros. Llevo años haciéndolo y la cocina no se raya.
En esto no soy salvaje.