-¡Hala!
-Alá es el único Dios.
Ocurrió en Camerún. Íbamos de excursión en un pequeño autobús. A mi izquierda se sentaba Ana. A mi derecha, un viejo musulmán con su chilaba y su gorro. Un ¡hala! salido de mis labios en un determinado momento del trayecto fue recibido por mi vecino como un “Alá” laudatorio al que enseguida se sumó.
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