¿Qué juicio de un Paris redivivo sería capaz de decir cuál es la más bella de todas las damas que aparecen en Don Quijote, pues si una hace exclamar “¡oh!”, la siguiente impulsa un “¡ah!” y así hasta agotar todas las vocales y hasta las consonantes? Mas si lo hubiese, mejor le sería saber cómo se las gasta el Caballero de los Leones con quien ponga en duda la insuperable hermosura de su Dulcinea. Así pues, más le valdrá al juzgador, bajo la mirada serísima de Don Quijote clavada en él, pronunciase a favor de la del Toboso so pena de verse embestido, derribado y apaleado por tan formidable caballero. ¡Menudo es él!
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