Nuevos gozos con otra actuación de un grupo
de danza contemporánea en el Teatro Principal de Santiago. ¡Qué bien me lo paso
viendo los movimientos de los bailarines! No es asunto menor lo que el varón y
la mujer consiguen cuando danzan llevando al límite las posibilidades de su
cuerpo. Es una alta empresa del espíritu artístico, que consigue en este caso que
el cuerpo alcance una plenitud de forma y expresión que se iguala con los
mejores logros de otras artes. Desde los dedos de los pies hasta los dedos de
las manos y la superficie craneal de la cabeza, el cuerpo ejecuta movimientos
que, siguiendo el ritmo de la música, llevan un membrete que dice: “Belleza”. Tras
muchas horas de entrenamiento y ensayo, el cuerpo es leve, es grave, es fuerte,
es elástico, se tensa, se encoge, se desploma, se catapulta, salta, cae, rueda,
se para. El cuerpo que se somete al
ritmo y la disciplina de la ley de la armonía se libera en cierto modo de la ley de sus límites. En la danza, siendo profundamente cuerpo éste
consigue ser más que cuerpo. El
placer es infinito.
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