Podemos empezar a ras de
suelo, con la vena cómica de la canción “El chivo”, escrita por Luis Mendo y
Bernardo Fuster y cantada por Ana Belén, en la que Satán, “harto de ser
despreciado por todos”, dice: “¡Señores, presento mi dimisión! ¡Aquí está mi cargo de Ángel
Caído! Me quedó a vivir en un rincón del Parque del Retiro”. Damos ahora
un paso de gigante para aterrizar en la película Las páginas del libro de Satán, de Carl Theodor Dreyer, en las que
nos encontramos con un ángel de las tinieblas que se entristece cada vez que
triunfa en su labor tentadora. Así, tras conquistar el alma de Judas y una vez
que éste entrega con un beso a Jesús en el huerto de los olivos, se dice de
Satán que “veía con tristeza el éxito de su obra malvada. Y su pena era aún más
profunda al haber entregado al hijo de Dios a los verdugos de los hombres”. El
salto definitivo nos deja en las manos de Hans Urs von Balthasar que reflexionó
en alguno de sus últimos libros sobre la posibilidad de una redención del ángel
caído. Es una pena que no pueda citar en este caso ningún texto porque no he
leído este libro -ni siquiera sé cuál es- del genial teólogo suizo. El tema, en
cualquier caso, queda trazado: ¿un Satán que dimite, un Satán apenado por sus
éxitos, un Satán redimible?
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