miércoles, 5 de febrero de 2014

Un vecino

Hay vecinos a los que no ves durante años, porque sí, porque así ha coincidido, hasta que un día, cuando se le muere un hermano, te lo encuentras en el tanatorio y le das el pésame y ves que sigue igual, que no ha cambiado. Y porque sí, porque así coincide, no pasan años sino semanas hasta que te lo vuelves a encontrar, en una frutería, en la que te pregunta con tono afable, cercano, ¿qué tal los Reyes?, y tú le contestas sin salirte de esa cercanía, y bromeando, que bien, que mucha salud, salud a raudales, y él se sonríe y dice que eso es lo mejor. Y después, al ver que has venido por una caja con doce botellas de vino y un saco de patatas, te dice que te los lleva él en el coche porque tiene que pasar por delante de casa, y tú se lo agradeces pero que no hace falta, que te has traído el tuyo. Coges pues la caja con las botellas de vino y te diriges al coche, abres la puerta del maletero, dejas la caja y al darte la vuelta ves que te ha seguido él con el saco de patatas. Y entonces, ¡caramba!, le dices “C., esto sí que es un regalo de reyes, muchas gracias, de verdad”, y te vas todo contento, como seguramente también se irá él, y acaso no volvamos a vernos durante años, o no, tal vez dentro de unos días en la misma frutería, o en otro sitio del pueblo, y habrá la misma afabilidad, la misma cercanía.

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