¡Ojalá que perdure siempre
la palabra “alma” para que un adolescente pueda decir de un amigo que es “mi amigo
del alma”! Mucho antes de cumplir los catorce años, A. se refirió a un amigo en
estos términos. En labios tan jóvenes, la palabra “alma” reencuentra toda su
pureza, toda su fuerza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario