Si, pasado el tiempo, hemos
olvidado por completo el contenido de un libro, ¿qué diferencia hay entre
haberlo y no haberlo leído? Ninguna, me decía I. Hay una, añadí yo, y es que
cuando lo leímos no lo leímos para poder recordarlo al cabo de mucho tiempo
sino para disfrutarlo en el momento en que lo teníamos sobre nuestras manos y
bajo nuestros ojos. Lo otro nada tiene que ver con la lectura, que no quiere
“servir para nada”, tampoco para ser recordada.
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