Los aires son realmente difíciles en Los aires difíciles, de Almudena Grandes, y en ellos a duras penas
sobreviven sus protagonistas, sobre todo Juan Olmedo, al que gustosamente
cederíamos nuestra capacidad de respirar por hacérsenos insoportable verlo al
borde de la asfixia o ya asfixiado. Si nos hubiera contado la autora los
pasajes de su vida en las que no le faltó el aire se lo hubiéramos agradecido.
Este parece que se presenta al final, quedando abierta por fin una vida nueva “ante
el empuje de aquel viento formidable, poderoso y paternal como un dios clásico,
y tan apasionadamente leal, tan imprescindible”, un “levante” que “se lo lleva
todo” y deja “una casa nueva, diferente, limpia, que retenía el espíritu del
viento”, también para el lector, que, junto con los personajes, por fin respira.
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