A uno, muchas veces, le entristece lo que ve porque, previamente, ya estaba uno triste. No ocurre que vea y diga “qué triste es el mundo” para después entristecerse, sino justamente al revés: está triste y dice “qué triste es el mundo”. Y así con tantas cosas.
3 comentarios:
Eso es exacto, Suso, porque el mundo siempre es igual, igual de bueno, igual de malo: así que debe ser uno mismo el que pone la belleza o la fealdad que vemos en él.
Kant puro, vaya.
Mi comentario no iba por la vía kantiana. Hay bellezas que no ponemos de ninguna manera, sino que están ahi: la de una pantera negra, la de Ava Gardner, la de Pep Guardiola... En fin, qué sé yo.
¿Has leído a Kant?
Sinceramente: no.
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