martes, 15 de noviembre de 2011

Aquella amistad


El peso que tuvo en mi infancia lo demuestra el hecho de que protagoniza muchos de mis sueños desde hace bastante tiempo. Esto, además de indicarme que está presente en la trastienda de mi vida, como es obvio, señala algo más, tal vez que no se recorrió un trecho que debió ser recorrido, todo el que va desde los últimos años de BUP hasta más adelante, quizás incluso hasta hoy. El lecho de esos años, apenas lleno de tímidos y breves saludos, reclama ahora lo que no se le dio en su momento, un nudo, una conexión. Nos vimos no hace mucho después de una eternidad sin vernos, y mi saludo quiso tender un puente, a la fuerza mínimo, que nos permitiese dar un paso mayor en un futuro encuentro, si es que éste llegara a darse. Todo lo anterior bien pudiera no ser más que una fantasía mía, pero sí que me gustaría que tuviera lugar ese encuentro, que mis sueños, como yo interpreto, parecen reclamar, y que nos pondría frente a frente en un lugar sin brumas, despejado por la luz de aquella amistad de nuestra infancia.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Ay, qué mala es la timidez,
nuestra timidez.

Jesús dijo...
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