lunes, 14 de noviembre de 2011

Apuntes (pre)políticos


Un político sin voluntad de servicio público no es un político sino un estafador. ¿En cuántos de nuestros políticos predomina esa voluntad por encima de cualquier otra inclinación en el ejercicio de sus funciones? ¿En una mayoría suficiente o en una minoría insuficiente? Quiero creer lo primero pero, por primera vez en mi vida, me siento tentado a creer lo segundo.
Esa voluntad de servicio público no asegura por sí sola la eficacia de la acción política. Tiene que ir acompañada de inteligencia y buen sentido. Entonces sí que estaríamos ante un buen político que a buen seguro iba a ser también un político bueno. ¿Sería posible lo primero sin lo segundo?
Si aquella minoría de buenos políticos estuviese constituida por los que detentan los cargos de mayor responsabilidad, los puestos clave, ¿sería suficiente para impedir que la acción nociva de la mayoría mala prosperase? En el juego de fuerzas así establecido, ¿vencerían los minoritarios buenos políticos que ocupasen los puestos principales a los mayoritarios malos políticos que ocupasen puestos menos principales?
No sé cuántos “¿qué pasaría…?, ¿y si…?, ¿sería posible…?” toleraría una reflexión política sensata antes de caer en abstracciones estériles. En un momento dado debería bajar al terreno de la política concreta, la que existe y se ejerce en un tiempo y lugar determinados, para, examinándola y juzgándola, proseguir con un análisis que, habiendo partido de unos principios generales, obtuviese otros más particulares que desbrozasen el turbio, arduo y vidrioso mundo de la política.

5 comentarios:

Fernando dijo...

Un político sin voluntad de servicio público no es -creo- un estafador sino un profesional de la política. La gran mayoría de ellos son simples profesionales. Esto no es algo malo. Igual que un médico que no tuviera vocación de servicio pero sí afán de ganar pacientes, un político que es un mero profesional se esorzará por el bien común, no porque le importen nada los ciudadanos, sino por el afán de lograr sus votos y el Poder. Eso provocará el bien de la sociedad, al haber equipos de políticos que compiten por esto.

No creo que esto sea algo malo.

Jesús dijo...

Me parece difícil que un político profesional se esfuerce por el bien común solo llevado por el afán de mantenerse en el poder. Alguna voluntad tendrá, aunque sea poca, de servir a sus conciudadanos. De hecho, los que realmente sólo quieren mantenerse en el poder harán muchísimo menos por ese bien común que los que, concedámoslo, quieren las dos cosas, por lo tanto y realmente también un auténtico servicio público.

Fernando dijo...

Dudo de esa voluntad, Suso. Insisto: es el afán de poder, el legítimo afán de poder, el que les lleva a trabajar para que todo marche bien y la gente esté contenta.

Al menos en España.

Jesús dijo...

¿"Sólo, únicamente, sin nada más, excluyente, totalizador", el afán de poder?
No lo creo.

Fernando dijo...

Ya me haces dudar. ¿Quién puede juzgar el corazón del hombre, incluso si es un político?