Todo es más pequeño y estrecho de lo que me imaginaba: la calle Conde de Xiquena, el portal número 7, la plaza de las Salesas. Me acerqué a la puerta sin ninguna intención de timbrar, sólo para ver si figuraba su nombre, y no, no figuraba ni el suyo ni el de ningún otro. Miré hacia arriba; no me acordaba en ese momento si vivía en el tercero o en el cuarto piso. Aquél tenía las puertas cerradas y las persianas bajadas, al contrario que éste. ¿Qué habría hecho si hubiera aparecido Trapiello? Creo que me hubiese dado igual saludarlo que no hacerlo, pienso ahora con indiferencia, si bien pienso igualmente que esta indiferencia mía de ahora no sería tal si, en efecto, lo hubiese saludado. Al lado izquierdo del portal hay una tienda de ropa con el nombre de, vueltas del destino, “Poète”. Cansado, me acerqué a la plaza de las Salesas y allí me apoltroné en un banco, donde me centré en el juego de tres niños con su padre, olvidado ya el viarionovelista leonés.
3 comentarios:
Es curiosa la coincidencia, Suso. Durante varios años leí con mucho interés la serie de los diarios de Trapiello. Con las pistas que daba (en concreto, que frente a su balcón había una joyería con una dependienta rubia muy guapa) intenté encontrar su casa en Conde de Xiquena, mero pasatiempo.
Hay un extraño fondo de enemistad en el post.
¿Qué es "viarionovelista"?
No, enemistad no hay ninguna sino todo lo contrario, Fernando.
Viarionovelista es un término que me inventé yo para definir la condición de Trapiello como autor de sus diarios, que son, por un lado, viarios (veáse diccionario) y por otro novelas, como él no se cansa de repetir.
Comprendo.
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