jueves, 6 de octubre de 2011

Marta

¿Debía Marta haberse sentado a los pies de Jesús, como su hermana María? Lo otro, la preparación de la cena, podía esperar. Se pondrían después a ello las dos, Marta y María, acaso también Jesús, echándoles una mano. O podría Marta haberse conducido sin inquietud ni afán, sin envidia ni reproches y, una vez ultimados los preparativos, juntarse con María a los pies del Maestro.
Siempre he sentido una mezcla de simpatía y lástima por Marta. Acaso Jesús, después de lo que testimonian los evangelios, añadió esto otro: “Marta, mujer, relájate un poco y no reprendas a tu hermana. Ven, acompáñanos. Después ya nos pondremos a preparar la cena. Pero ahora venga, contadme. Yo también tengo muchas cosas que contaros”.

2 comentarios:

arati dijo...

Mira que a mí también me da pena Marta, tal vez porque me identifico con ella y comprendo que preparar la casa y la cena para que los huéspedes se sientan a gusto es una forma de amor.

Jesús dijo...

Sólo le falto hacerlo quieta y generosamente.
Un saludo y gracias, Arati.