Me vi en la Nueva York que esperaba
encontrar y en este sentido no hubo sorpresas pero sí el cumplimiento de las
promesas hechas por todas las imágenes de la ciudad vistas a lo largo de toda
mi vida en películas, informativos y fotos. La ciudad de los rascacielos fue
fiel a mis expectativas y no me defraudó en absoluto. De la ciudad habitada por
mis sueños pasé, con perfecta continuidad, a la ciudad pisada por mis pies,
que, junto con los de mi hermana María, se hartaron de callejearla uptown y
downtown, east side y west side. El cielo siempre rascado por los altísimos
edificios solo te lo encuentras si subes con ellos hacia arriba, por sus
paredes de cristal, en las que unos y otros se miran. El horizonte es por eso
vertical y has de levantar la cabeza si quieres encontrar lejanías. ¿Por qué en
un momento dado comenzó, no ya la conquista del oeste, sino la de las alturas,
que hizo de Nueva York la ciudad por antonomasia de los rascacielos? ¿Qué
sueños cumplieron así los hombres que los construyeron: de poder, de dinero,
imperialistas, olímpicos, espirituales? ¿Qué tipo de hombre venció con ellos y
qué tipo de hombre quedó vencido por ellos? Preguntas vanas a lo mejor,
inútilmente profundas, sobre todo para el turista que solo quiere subirse a
ellos para disfrutar de magníficas vistas. Un servidor fue lo que hizo y se
quedó tan contentó.
3 comentarios:
Qué buen viajito. Supongo que lo pasarías genial.
Qué buen viajito. Supongo que lo pasarías genial.
Pues sí, lo pasé genial, y cumplí así un sueño largamente acariciado. Soy un fan de los rascacielos y de las urbes populosas.
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