La ventana que da a la calle le es esencial
al anciano que está solo. Son muchos los que, arrimados a ella, salen de la
estrechez de sus casas a través de la mirada que los lleva a la gente que pasa,
a los coches que circulan, al policía que vigila, al kiosquero que vende
periódicos, al vendedor de la Once, a los perros que en el parque de enfrente
depositan sus heces que después recogen sus dueños. Les puede gustar la
televisión pero llega un momento en que ya están cansados o aburridos de ella;
estaría bien que a muchos les gustara la lectura, porque entonces se sentirían
menos solos, más acompañados, pero aún así son muchas las horas del día y
entonces también para éstos es la ventana un respiradero esencial, lo es para
todos, también para los que no viven solos y son felices y están bien
acompañados. ¿Cuántas son las horas que pasan muchos en sus ventanas y los
salvan así cada día?
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