Las cosas merecen consideración y por
merecerla merecen también nuestra atención. Quiere por eso el plato que la
mente y el corazón del que lo friega sea consciente de ello al menos alguna
vez; también quieren los zapatos que quien los coge con sus manos para calzar
sus pies preste la concentración debida de cuando en cuando; y no digamos el
teclado con sus letras y números y signos, tan machacado, y contento por ello,
sí, pero su poco de atención pide él igualmente.
3 comentarios:
pues si :)
Yo he hecho hoy lo que digo en la entrada: cada vez que usaba una cosa la nombraba en alto. Me tranquilizó hacer esto: yo diría que es casi, casi un ejercicio espiritual.
Gracias Ana.
Lo es Suso, es un ejercicio espiritual esencial y básico :) Gracias a ti por seguir compartiendo, me encanta leerte
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