En el Hollywood de siempre eran pocos los matrimonios que
duraban toda una vida. El de Paul Newman y Joanne Woodward fue uno de esos
pocos que se mantuvo hasta el final. De no haber sido así yo me hubiese
entristecido porque, con lo que me gusta el cine, amo a las actrices y a los
actores y amo también que se amen hasta que la muerte los separe. ¿Y quién no
amaba al gran Newman y a la gran Woodward?
A lo largo de los años
tuve mis “¡vaya, qué pena!” cuando sí hubo rupturas de pareja o matrimoniales
de actores y actrices de los que era y soy devoto. Anoto aquí algunos
refiriendo sin más los nombres del actor o la actriz amados: Harrison Ford (tras
separarse de su segunda esposa Melissa Mathison, la guionista de E.T.), Robert Redford
(tras separarse de Lola van Wagenen), Susan Sarandon y Tim Robbins (¡qué gran
pareja formaron durante más de veinte años!), Imanol Arias (cuando se separó de
Pastora Vega), María Barranco (tras separarse del gran director Imanol Uribe),
Concha Velasco (que se separó de Pedro Masó) y, por último, uno muy reciente,
Melannie Griffith y Antonio Banderas (más amada la primera que el segundo).
Con respecto a los años venideros, espero que no me causen disgustos parecidos la más amada, Sigourney Weaver, y Jessica Lange (casada con el también muy amado Sam Sephard). Y podría mencionar también a Kevin Kline, Julianne Moore, Jeff Bridges, Annette Bening...
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