En la escena de la mujer adúltera,
los que querían lapidarla, tras oír de labios de Jesús “el que esté libre de
pecado que tire la primera piedra”, “se fueron escabullendo uno a uno,
empezando por los más viejos”. Siempre que leo u oigo este pasaje del evangelio
queda resonando en mí este “empezando por los más viejos”. Hay que imaginarlos
saliendo del grupo, con la cabeza inclinada, apoyados los más débiles en su
bastón, hecha añicos su furia judicial, su “sabiduría”, si bien ésta misma es
la que les ha permitido ver antes que los más jóvenes el pecado del que no
están libres: ya no están en edad de no “saberlo” de inmediato cuando no es
cualquier luz la que los envuelve. Los más jóvenes, que acaso contaban con apoyarse
en ellos si Jesús lograba confundirlos, se quedan sin tal apoyo y no pueden
sino seguirlos con su pecado al descubierto.
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