En toda empresa el siempre posible “factor humano”, del que hablaba Graham Greene en su novela homónima, le pone a uno a prueba. Ahora bien hay factores y factores, los que más o menos se pueden prever y uno es capaz de sortear y… los otros. Es lo que ocurre en la película de Alexander Mackendrick El quinteto de la muerte (1955): “He ideado muchos planes, todos buenos. Pero éste ha sido el mejor, salvo por el factor humano. Todo buen plan incluye el factor humano, pero tenías razón: ningún buen plan puede incluir a la Señora Wilberforce”, dice el jefe de la banda interpretado por Alec Guiness. La señora Wilberforce es una anciana menuda, de sonrisa angelical, puntual siempre para tomar el té con sus clónicas amigas, amabilísima, pero que, paraguas en ristre, se revela después resuelta y empeñosa y acaba desbaratando los planes del quinteto mortal. Ladykillers es el título original de la película.
La vida es así: unas veces nos desvía y otras, si se interpone una Wilberforce, nos derriba en toda regla hagamos lo que hagamos.
La vida es así: unas veces nos desvía y otras, si se interpone una Wilberforce, nos derriba en toda regla hagamos lo que hagamos.
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