martes, 30 de noviembre de 2010

Frustrado, llamado

El hombre: tiene sed de infinito, de amor para siempre, de vida perdurable, de justicia para todos, de felicidad sin fin, de…
Muchos opinan que tal sed no encontrará su agua: no habrá infinitud, ni perduración del amor, ni vida para siempre, ni justicia que alcance a todos, ni dicha inagotable, ni… El hombre es un ser frustrado. Sus deseos se hacen nada en la nada.
Otros creen que tal sed encontrará su agua: habrá infinitud, permanecerá el amor, la vida será eterna, a todos se hará justicia, el gozo hallará su plenitud… El hombre es un ser llamado. Sus deseos se hacen todo en lo pleno.
Si para los primeros tales deseos no apuntan a ningún lado, son flechas sin diana, para los segundos son tiros con dirección porque es la misma diana quien los despierta y llama.
Es razonable pensar que ninguna sed puede crear su agua. Pero ¿no lo es también, y acaso más, que tal sed pueda ser la respuesta a la llamada del agua?
¿Qué es el hombre, un ser frustrado o un ser llamado, un ser que pierde porque no hay agua para su sed o un ser que gana porque sí la hay, un agua que lo llama y atrae?

4 comentarios:

Fernando dijo...

Es muy buena la distinción, Suso.

Yo sé que somos llamados, pero no creo que eso (la insatisfacción que tan bien describes) demuestre que exista el agua.

Jesús dijo...

En temas de religión nada se "demuestra" nunca. No estamos en el terreno de la ciencia. Se señala, se apunta..., como la sed al agua.

Joaquín dijo...

También tiene prosapia comparar esto a una competición deportiva, una carrera atlética o, por qué no, un partido de fútbol. En las competiciones, el resultado final es incierto. Con esa misma incertidumbre de los deportistas vivimos.

Jesús dijo...

Pero confiamos que lo incierto sea cierto, no por nada sino por aquél que nos pidió nuestra confianza: "¿Confiáis en Dios? Confiad también en mí" (En algún lugar del evangelio de Juan).