“Yo sé quien soy”. Esta afirmación de don Quijote le venía una y otra vez a las mientes desde hacía ya algún tiempo. Él no sabía quién era. Lo había sabido en el pasado (¿seguro?) y esperaba volver a saberlo. Entre medias, debería hacer el recorrido que lo llevase del autoconocimiento de ayer al autoconocimiento de mañana, y eso pasaba por ver morir sus seguridades, por matarlas él mismo incluso, pues bien sabía que se habían convertido en parapetos tras los que se ocultaba su identidad. “Yo sé quien soy”, había dicho el Quijote, “yo no sé quien soy”, afirmaba él. Y así, una vez y otra la afirmación quijotesca primero y la negación suya después, se dejaban oír en su interior señalando un camino.
5 comentarios:
que interesante
No me lo puedo de creer. Estaba preparando una entradica con el título "identidad", y las dos citas del Quijote sobre el conocimiento propio, más una de Santa Teresa que concluye el asunto perfectamente, que no tenemos ni idea, vamos. Lo más que vamos sabiendo es quién creímos ser y no somos, los cadáveres que vamos dejando por el camino.
Siempre me he preguntado si le pasaba a todo el mundo o sólo a unos pocos. Si había gente que crecía y mejoraba pero no dejaba muertos por ahí.
A ver si me animo, no me gusta mucho pensar en alto, menos en la "página principal" que dicen.
Un abrazo, Suso
Gracias, Ana.
Yo creo que si no se dejan cadáveres en el camino, la piel vieja de las serpientes, no se avanza hacia el "yo sé quien soy". Yo espero dejar uno mío, bien muertito.
Un abrazo, CB.
¡Bravo! Qué fabuloso texto. Me recuerda a unos versos de Enrique García-Máiquez, me parece (no lo recuerdo bien ahora): "No sé quién soy, pero sabré quién fui".
Gracia, Jesús, y bienvenida sea tu vuelta a estos lares.
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