Es fascinante asistir a la mutación del rostro de Glenn Close desde la expectativa a la desolación mientras la cámara la mira y ella mira a la cámara, y que traduce con total exactitud la profunda perturbación que va operando en su interior lo que le dice una echadora de cartas. Esto ocurre en Cosas que diría con tan sólo mirarla, de Rodrigo García. En sus ojos líquidos y en sus labios finos palpita todo el efecto que producen en Glenn Close las palabras que la adivinan. Tenerla de frente, muy cerca, y dejarse ganar por el hechizo de un rostro con tanta fuerza, es un regalo inmenso que ella nos hace bajo la batuta de Rodrigo García.
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