Uno elige a sus amigos, se dice, para distinguirlos de la familia, que no la elige sino que le viene dada. Entendiendo lo que se quiere decir, yo matizaría qué significa eso de que se elige a los amigos, pues de primeras no parece el verbo más apropiado para describir el proceso, como si se coligiese de él un simple “éste sí éste no, ése sí ése no”. Finalmente lo es, pero no simple, sino rico en su aparición, desarrollo y profundidad. La amistad nace cuando dos personas, al encontrarse, producen chispas, cuya posterior hoguera mantendrán sin dejar que se apague. Es en este mantenimiento del fuego de la amistad donde sí se da una clara elección, que al cabo es una elección del amigo, pues se podría dejar de hacerlo por lo que fuere. Pero ¿ha elegido uno la chispa o se ha visto achispado por la presencia de ese otro que aparecido en nuestra vida? Claramente lo segundo, y por eso hablamos de los dones y regalos que nos da la vida, que por serlos, no se eligen, sino que se reciben con los brazos abiertos, nunca mejor dicho hablando de amigos.
3 comentarios:
Lo explicas bien, Suso: uno no elige a sus amigos, hay unas "chispas" que escapan de nuestro control, lo único voluntario es someterse a ello o pasar y encerrarse en la concha.
Por eso mismo que dices de las chispas, no hay nada más triste (y admirable) que el que se ha quedado solo y fuerza el encontrar amigos nuevos, confórmandose con cualquier cosa.
¿Admirable? ¿En qué sentido?
En el sencillo sentido de hacer algo difícil, que requiere esfuerzo y superarse a uno mismo, Suso.
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