“Con los que lloran, llorad”, dice San Pablo. ¿Significa esto ayudar a llorar? Así lo pretende el caballeroso Don Quijote con Cardenio, quien, a ratos loco, a ratos cuerdo, anda escondido entre los apriscos de Sierra Morena por cuestión de desamores. “Y cuando vuestra desventura fuera de aquellas que tienen cerradas las puertas a todo género de consuelo, pensaba ayudaros a llorarla y plañirla como mejor pudiera” (capítulo XXIV). Hay que llorar bien la pena y el que consuele se ocupará también de esto. No dirá “no llores” sino “llora, que te ayudaré a hacerlo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario