Nuestra estancia en Sangenjo se debió principalmente a que mi hermano quería que mi madre se beneficiase de las aguas del balneario de La Toja, en cuyo casino trabajaba por entonces como crupier. En una ocasión le presentó a Iliana Ross, más conocida por Coquito, actriz cubana que tuvo sus quince minutos de gloria gracias a una película setentera de Pedró Masó titulada precisamente La Coquito (1977). Años después, una noche en la que La Primera proyectó la película, mi madre, al verla, la reconoció y exclamó toda contenta: “¡Anda, si es ella, Coquito, la que me presentó Rodrigo en La Toja!” El contento le duró lo que duró la película en mantenerla vestida. La electrocución sináptica que tuvo lugar en el cerebro de mi madre al juntársele la Coquito de La Toja con la Coquito que en ese momento veían sus ojos bien pudo originar una supernova.
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