martes, 12 de julio de 2011

Katherine Hepburn


Más tendría que saber del arte interpretativo, del cine, del teatro, de los actores y actrices, del ser humano, de la mujer, para poder decir: “el quid de Katherine Hepburn es éste”. Pero no, no daré con él y no tendré palabras para explicar quién y qué es la princesa de Connecticut y así dar cuenta de mi fascinación por esta mujer, vencedora siempre en los rankings de las mejores actrices de la historia del cine. Julián Marías, en una de aquellas páginas del suplemento del ABC en las que escribía sobre cine, habló del “misterio de la Garbo”. Katherine Hepburn, al contrario que la actriz sueca, no es una esfinge misteriosa sino un rostro transparente, tan transparente que lo atravesamos sin darnos cuenta y sin que nada de ella quede en nuestras manos. ¿Será éste su quid, su misteriosa -ahora sí- transparencia, esquiva a toda palabra? ¿Y si estuviera en el origen de ella su libertad, que sería “la marca Hepburn”? Ángel Fernández-Santos, el grandísimo crítico de cine de El País, fallecido en el 2004, escribió sobre ella: “Hepburn logró el prodigio de trazar en la pantalla, con nitidez inigualable, un rasgo definidor del oficio profundo del comediante. No un rasgo adjetivo, sino (insisto) sustantivo, nada menos que el trazado gestual de la conquista de la libertad. Sólo Charles Chaplin alcanzó esta proeza de su oficio con mayor concisión que ella, pero no con mayor precisión” (La mirada encendida). Palabras mayores de un crítico sin igual acerca de la reina de la interpretación.
Sus interpretaciones son enormemente generosas, en las que no se vislumbra ningún rastro de técnica porque ésta ha sido interiorizada por completo. Decir de su arte que fue contundente o rotundo sería equivocarse de cabo a rabo, porque no es lo macizo lo que la caracteriza sino una frescura y viveza de grado superior. La ves, y te preguntas sin hallar respuesta: “¿cómo, de qué manera es lo que es, sobre qué tipo de resorte vital tiene tan completo dominio?” Acaso Fernández Santos acertó de lleno: la libertad.

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