jueves, 28 de octubre de 2010

Bien de ojo

Tras ver Io sono l´amore, estupendísima película de Luca Guadagnino, se mantienen en mi memoria los ojos de la abuela, Allegra, ojazos más bien. Descubro después, para mi sorpresa, que se trata de Marisa Berenson, a la que no había reconocido. El caso es que, una vez más, unos ojos me asaltan. Mantengo con ellos una relación de amor intensísimo. Si tuviera ganas y mañas escribiría un libro sobre los ojos, los de amigos, conocidos, familiares, actores, actrices, gatos, perros. Hablaría de su profundidad, de su brillo, de sus aguas, de su transparencia, de su enigma. No sé cuáles pondría en la portada. ¿Los de Montgomery Clift, fascinantes bocas hambrientas? ¿Los de Ana Torrent cuando era niña, impresionantes sumideros? ¿Los de Olimpia, la perra de Aurora, suplicantes y otorgadores? ¿Los de Jesús, un primo de mi madre, tan inocentes que lavan lo que miran? Cuando ando con estas consideraciones siempre acude a mi mente el título del libro de García Márquez Ojos de perro azul, evocando no sé qué cosas. ¡Menudos ojos!, decimos de ojos que no son nada menudos.
Frente al mal de ojo, el bien de ojo, de ojos, de los ojos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vislumbramos un momento, una añoranza, un reflejo vivido, una vida que ya no esta y otra que vive en nuestro interior, muchas veces ante el resplandor de una mirada.

RD.