Ayer, de la mano de un intrépido Ángel, me vi trepando de la zona B, clase baja, a la A, clase alta y VIP. Dios le pague tan oportuna intrepidez, porque, de repente, llegado el momento en que al coro le tocaba intervenir por primera vez en El Mesías, de Haendel -todo esto sucedía en la catedral de Santiago de Compostela-, los que estaban sentados en nuestros flancos, de repente, ¡oh sorpresa!, se levantaron. Yo, en una fracción de segundo pensé: "¡Vaya, ahora le toca al público!", y estuve a un tris de levantarme. El caso es que nuestros flanqueadores no eran público sino coro y, tachán, tachán, ¡un surrounding inesperado, vivísimo, traspasándonos, envolviéndonos, haciendo arco y bóveda sobre nuestras cabezas! ¡Dios, qué emocionante! Sólo nos faltó tocar la orla del manto de la soprano: ¡tan cerquita estábamos!
6 comentarios:
Envidia me das, Suso. Aquí en Sevilla se hace algo parecido en el Teatro de la Maestranza, pero yo aún no he tenido la oportunidad de participar en una experiencia así.
Cuando la tengas, que no te falte la osadía (el mundo es de los osados, ¿recuerdas?) de colarte en la zona VIP, si quedan sitios vacíos, claro.
Gran entrada. La prosa a la altura (del coro de pie).
Muchas gracias, Enrique.
Gran experiencia lo que cuentas, y en la Catedral de Santiago, vaya lujo. Yo la viví una vez fuera de España, en un recinto muuuuucho peor, claro que peor que la Catedral de Santiago es casi todo. Cantando con el público, me lo pasé bomba. Es impresionante. Y de lo que más me gusta "Unto us a child is born, unto us a child is given, wonderful... marvelous, the Everlasting Father, the Prince of Peace" mira, voy a ponérmelo hoy.
Gracias, Suso.
Gracias a ti, Máster. Sí, esa parte es breciosa.
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