Ayer cayó la nieve copiosa, silenciosamente. ¡Qué hermosura, Dios mío! Pero eché en falta el sol, el cielo azul que, de haber estado presentes, la habrían hecho imposible. A esta imposibilidad, sin embargo, le dio la vuelta mi fantasía. Imaginé un día de sol radiante, un cielo azul y despejado como ningún otro, y nevando. Entonces, ¡ah, entonces!, la hermosura, ya no de este mundo, hubiese sido total y completa. Pura fantasía de un día primaveral, en el que, a la par que las flores naciendo de la tierra, tendríamos las flores del agua naciendo del cielo, copos estivales cubriendo niños con camisetas de sisa o manga corta.
2 comentarios:
También nevó en Tomelloso, mi actual lugar de destierro. En realidad, hubo de todo en un solo día: primero nevó, después llovió, por último, al volver del trabajo a mediodía, granizó. Y hoy un sol fantástico nos recuerda que la naturaleza es una metáfora de la redención. Preciosa entrada en este bonito día.
¡Tomelloso! Desde luego, te estás convirtiendo en mi particular evocador de recuerdos. Primero Berlín y, ahora, Tomelloso. Hace ya bastantes años, mi amigo Luis Miguel, ahora misionero en Vietnam, ejercía de parroco en tu actual lugar de destierro. Fueron unos días hermosos, muy manchegos.
¿Seguirás tirando del hilo de mis recuerdos?
Un saludo cordial.
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