Tres objetos navideños: bien de consumo, bien cultural, bien religioso. Los sujetos que les corresponderían serían, en el primer caso, el ganoso de todo objeto consumible propio de estas fechas: este sujeto no pasa de la mera degustación, incluyendo la estética, pero que no deja rastro. El segundo sería el humanista que se complace en el producto cultural navideño que la fe cristiana ha prohijado, disfrutándolo de veras y con largueza: este sujeto no pasa de la admiración, más o menos profunda según los casos. El tercero, el cristiano en toda regla, hace suya la encarnación de Dios para vivir de ella y para ella: cruza el umbral en el que se había quedado el anterior y llega a la religación y el amor.
2 comentarios:
¿Y no sería lo ideal vivir en los tres bienes, los dos primeros pendiendo del tercero? Cuerpo, intelecto y espíritu: al fin y al cabo, somos una sola cosa...
Mi entrada es sólo un esquema, Francis, y como tal deja fuera la complejidad de la vida. Evidentemente, tienes razón. El tercero incluye el segundo y el primero: adoramos, admiramos, consumimos-degustamos. Cada uno en su orden, todos nos son necesarios.
Publicar un comentario