Dolerse, sí, dejando salir por los ojos el mar que nos ahoga, lejos de la muchedumbre, a solas o acompañados por nuestros fraternos, recogidos, íntimos, aguantando el grito, expulsándolo si se puede. Fase de duelo, de estar, en rima fácil, sin suelo, desolados, desollados. Vale, es así, no hay otra: cruzar el túnel, aguantar el tipo, caerse, volver a levantarse, desesperarse, recuperar la esperanza, rezar, rezar mucho, dejar que Dios y el tiempo, en comandita, vayan obrando el consuelo. Pero no ovillarse, no quedar encerrado en la pena, atrapado por ella. Luchar por no ser ovillo, por ser hilo suelto del que Dios pueda tirar para llevarnos a sus campos de luz.
8 comentarios:
Suso:
Si me lo permites, te acompaño, sin ovillos, en el duelo que tengas. Me extrañaba tu ausencia y esas entradas tan cortas y tan llenas que tanto me gustan.
Un abrazo, con permiso también.
Maravillosa reflexión, Suso, que no puedo sino compartir. Que nunca ovillemos ese hilo, que es el hilo de la vida. Un abrazo.
umm, como el hilo del Padre Brown.
muy bellas palabras la esenca del escrito esbellisia espero seguir leyendote.
Eso.
Y me he acordado de Un hilo azul de la Virgen. Abrazo.
Gracias a todos por vuestros "hilos". Como veis, tengo preferencia por los hilos, empezando por el título del blog "Al hilo de los días".
Máster, no estoy viviendo ningún duelo. Mi reflexión, en parte, la provocó mi amiga Matilde, que perdió una hija hace dos meses, y que, al pedirme que rezara por ella, concretó que no quería quedar encerrada en la pena. Sé que no quedará.
Tu Post, amigo mío, rezuma Esperana, destila Fe y lo envuelves todo en Amor. Con personas como tú podemos seguir diciendo que "todavía hay fe en Israel". No eres políticamente correcto, pero eres veraz.
Un fortísimo abrazo.
Caray, caminante, pues muchísimas gracias.
Otro abrazo.
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