El cadáver tiene algo que decir, lanza una última palabra, dice Domingo García Sabell en Paseata arredor da morte. Es, pues, del todo inoportuno tapar el féretro e impedir su visión a los presentes. A mi me gusta observar los cadáveres, o mejor, me gusta que su visión me golpee, me diga algo. No me aterrorizan en absoluto. Unas veces pronuncian la palabra "majestad" y otras la palabra "vacío". De lo segundo tuve noticia al contemplar el cuerpo muerto de mi tío Ramón, hace ya algunos años. Sentí fuertemente la ausencia, el des-almamiento de aquel cuerpo que había sido mi tío. Y decir aquí "cuerpo" es concederle al muerto algo que ya no es: cuerpo se dice de un vivo y sólo así es cuerpo. Pero es inevitable ver en el muerto reciente un fleco todavía de vida, de corporalidad. De lo primero, la majestad, tuve noticia hace unos días, mientras contemplaba el cadáver de una vecina. El aspecto estatuario, rígido, inflexible, de una persona muerta es tal que impone una sensación de majestad, de señorío. Pero, si de poder hemos de hablar, el de la muerte, que sea no el de una soberana sino el de una hermana, la hermana muerte que saludó con santa simplicidad San Francisco de Asís.
3 comentarios:
Y aún así la muerte es espantosa. Y no tiene que dejar de serlo, por mucho que adornemos el momento, o veamos motivos universales y tengamos altos pensamientos. Es espantosa y total. De ello nos da indicios el descenso a los infiernos y la Resurrección.
Sí, tienes razón, en parte. Para resucitar del todo, hay que morir del todo. Pero recuerda lo de san Pablo: "¿Dónde está muerte, tu victoria, dónde tu aguijón?"
Ante este tema, como ante tantos otros, la sensibilidad de cada uno muestra sus diferencias. Tú hablas de espanto total, y haces bien: hay que decirlo. Pero también es necesario que otros, puestos en otras esquinas, pronuncien otras palabras y digan (y te contradigan): "Sí Jesús, pero no tanto, no tanto".
Si puedes, mira en la página web de RTVE el programa de DOCUMENTOS TV, "El último viaje": una maravilla. Yo, que no veo la tele, lo pillé por sorpresa y... ¡oh sorpresa! Sumo consuelo en el espanto total.
De dos poemas a su madre de Eloy Sánchez Rosillo el segundo tiene que ver con lo que describes
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